domingo, 6 de julio de 2014

NO APRENDEMOS

Luis Rubio / El Siglo de Torreón
La demencia, decía Einstein, es hacer las mismas cosas esperando un resultado distinto. Hace treinta años, en el contexto de una severa recesión, el país optó por emprender el rumbo de la apertura económica como medio para recuperar el crecimiento que, desde fines de los sesenta, había sido cada vez más escaso. En esa primera era de reformas se privatizó un amplio número de empresas (telefonía, bancos, televisoras, acereras, fertilizantes). El resultado no gustó a una parte de la población: aunque algunas de las empresas privatizadas prosperaron de manera incontenible, otras (sobre todo los bancos) acabaron colapsándose y generando un enorme costo que pagó la población a través de sus impuestos. Pero, más importante para el debate actual, es que muchas de las que prosperaron se convirtieron en oligopolios que obstaculizan la capacidad creativa de la población, reduciendo el crecimiento potencial de la economía. Lamentablemente, todo indica que en las reformas que ahora se discuten estamos avanzando exactamente en la misma dirección. 

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