José Gil Olmos / Apro
Bajo el disfraz de renuncia por motivos de salud y bajo la presión
de Los Pinos, el priista Fausto Vallejo dejó el gobierno de Michoacán en
medio de pruebas que confirman que llegó al poder con el apoyo del
crimen organizado, que después pasó a cobrarle las facturas. Un
documento de inteligencia militar asegura que su hijo Rodrigo pertenecía
a la estructura tanto de La Familia Michoacana como de Los Caballeros
Templarios y, entre sus funciones, estaba la de cobrar derecho de piso,
establecer contactos con políticos y empresarios y facilitar operaciones de lavado de dinero.
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