Luis Rubio / El Siglo de Torreón
¿Qué nos dice la más reciente reforma electoral sobre el futuro del
país? Sin duda, fue un gran éxito que los legisladores de los tres
partidos grandes hayan logrado resolver diferencias que parecían
imposibles de zanjar. Sin embargo, el hecho de aprobar una legislación
no implica que ésta constituya una mejoría sobre la existente o que su
implementación vaya a mejorar la vida política (para qué hablar del
bien-estar) de los mexicanos. La nueva legislación me recuerda al
intercambio que Alicia (la del País de las Maravillas) sostiene con
Cheshire, el gato: Alicia: "¿Podrías por favor decirme qué camino debo
seguir de aquí?". El gato: "Eso depende fundamentalmente de hacia dónde
quieres ir"; Alicia: "No me importa hacia dónde"; gato: "entonces no
importa qué camino tomes"; Alicia: "... mientras vaya hacia algún lado";
gato: "Ah! Seguro lo lograrás mientras camines por suficiente tiempo". A
diferencia de Alicia, a los mexicanos sí nos hace diferencia hacia
dónde nos conducen los políticos y el camino que han escogido no augura
nada bien.
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