El avance de los
militantes del Estado Islámico de Irak y el Levante (Isil, por sus
siglas en inglés), la toma de Mosul y Tikrit y la desbandada del
ejército iraquí, con su espectáculo de uniformes y equipos tirados a la
orilla del camino, muestran el fracaso de Washington en su afán de
mantener un protectorado en Bagdad. Los republicanos y los demócratas se
echan ya la culpa mutuamente.
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