Paul Krugman / El País
Según casi todos los indicadores, la economía estadounidense sigue
estando profundamente deprimida. Pero los beneficios empresariales alcanzan
máximos históricos. ¿Cómo es eso posible? Es sencillo: los beneficios
expresados como porcentaje de la renta nacional han aumentado vertiginosamente,
mientras que los salarios y otras compensaciones laborales están bajando. El
bizcocho no está creciendo como debería; pero al capital le va muy bien y se
está llevando un pedazo más grande que nunca, a expensas de los trabajadores.
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