Raymundo Riva Palacio / Eje Central
MARRAKECH, Marruecos.- La vida en esta ciudad de color rosa salmón se
divide en dos mundos: el de la Medina, donde el tiempo musulmán se
detuvo, y el del protectorado francés, afuera de sus murallas de
ladrillo y adobe, donde la cultura occidental ha sepultado sus orígenes.
Son espacios paralelos que conviven en esta ciudad imperial que
fundaron hace casi mil años las tribus Berber del desierto junto a un
oasis, y que pasó a ser del punto donde se cruzaba el comercio que iba
hacia Europa, a ser asiento de la monarquía, destino del jet-set
internacional y paraíso de hippies en los 60s. Hoy es considerada una,
si no la más mágica ciudad del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario