jueves, 20 de diciembre de 2012

LOS BANCOS CENTRALES AL RESCATE

Jorge Eduardo Navarrete / La Jornada
Se vive un fin de año colmado de presagios globales negativos para la economía (recesión o lento crecimiento, con alto desempleo), el comercio (políticas proteccionistas y a costa del vecino) y las finanzas (sostenida insuficiencia de crédito a actividades productivas y resurgimiento de las prácticas especulativas que provocaron la crisis). En medio de este horizonte sombrío, con un optimismo derivado de la temporada festiva, destaco un elemento de signo diferente. En la primera mitad de diciembre –mientras que en Estados Unidos menudeaban las admoniciones sobre los riesgos del acantilado fiscal (a los que se hizo referencia en este espacio el 6 de diciembre) y en Europa continuaban los inconclusivos debates sobre el futuro del euro, al tiempo que se esperó al último minuto para proporcionar a Grecia el auxilio financiero que evitará por unos meses más el default–, de manera simultánea, aunque en apariencia no concertada, los bancos centrales, por así decirlo, salieron al rescate. Por una parte, el Sistema de la Reserva Federal, al que por lo general se alude como la Fed, hizo un anuncio de política a favor de la expansión de la actividad económica y el empleo notable por la claridad de sus planteamientos, la extensión prevista para su implementación y el uso de parámetros cuantitativos, relacionados con objetivos en materia de empleo, que hasta hace poco tiempo hubieran sido considerados anatema. Hubo ecos importantes en el Banco Central de Canadá. Por otra, el Banco Central Europeo se manifestó dispuesto a instrumentar las medidas favorables a la reactivación económica y el empleo anunciadas en meses pasados (véase El eurohéroe, La Jornada, 13/sept/2012). Ambas instituciones, para recurrir a la manida metáfora de que corresponde a los banqueros centrales retirar la ponchera cuando va a empezar la fiesta, decidieron que, dado que ni siquiera se vislumbra el inicio de la fiesta, hay que dejar la ponchera en el centro de la mesa y preocuparse de que esté bien abastecida.

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