- La victoria del unionismo británico en Escocia conlleva la paradoja de abrir el melón territorial
Cuando Alex Salmond ganó por mayoría absoluta las elecciones escocesas
de 2011 y pudo poner en marcha el proceso que llevó a la convocatoria
del referéndum de independencia del pasado jueves, probablemente no
sabía las consecuencias que acabaría trayendo. No sabía que la
independencia, opción que siempre ha parecido muy lejana en Escocia, dio
tal estirón en el último mes de la campaña que provocó un ataque de
pánico en Londres y nerviosismo en Washington y Bruselas.
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