Anabel Hernández
MÉXICO, DF (Apro).- Una llamada telefónica de alguien que supuestamente
estaba muerto. Una madre que afirma que su hijo ha sido asesinado. Un
cadáver que no aparece. Una muestra de ADN que atribuyó a la víctima el
sexo femenino. Y testimonios autoinculpatorios presuntamente obtenidos
bajo tortura…
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