Por: Gerardo Flores Ramírez - El Economista
La semana pasada, ambas cámaras del Congreso de la Unión aprobaron una reforma a la Ley de los Impuestos Generales de Importación y de Exportación, que consistió en incrementar los aranceles de importación para aquellas importaciones provenientes de países con los que México no tiene acuerdos comerciales, para un importante número de fracciones arancelarias que corresponden a un gran número de productos o bienes que se importan de esos países. El incremento se supone incidirá particularmente sobre las importaciones provenientes de países asiáticos, concretamente, China y Corea del Sur.
Lo primero que hay que destacar del proceso legislativo por el que se aprobó la reforma citada, es que en la Cámara de Diputados estuvieron a punto de cometer una pifia de enormes proporciones, porque en su frenesí por aprobar a las carreras lo que se les envía desde el Poder Ejecutivo, en el dictamen de la Comisión de Economía eliminaron -seguramente sin darse cuenta-, la columna que en dicha ley se dedica a reflejar los impuestos a la exportación para las mismas fracciones arancelarias para las que está definido un impuesto de importación o arancel, que en la iniciativa presidencial no se proponía eliminar. Aunque México no utiliza los impuestos a la exportación desde hace muchos años, no es correcto que de pronto, sin haberlo siquiera analizado, los diputados hubieran eliminado esa columna.
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