Jorge Zepeda Patterson Milenio
Alfredo San Juan
En sus memorias Nicolas Sarkozy afirma que los opositores mexicanos del presidente Felipe Calderón hicieron un embrollo al solicitar que se les informase en qué condiciones el dueño de la casa donde iba a quedarse en su primera visita a México, “un tal Roberto Hernández, había prestado o alquilado su domicilio para nuestra visita”. El sorprendido Sarkozy ignoraba que ese hombre, que ahora facilitaba tan graciosamente su residencia en la playa, había recibido con su socio el perdón en el pago de impuestos por más de 3 mil millones de dólares por la venta de Banamex, una operación total por más de 12 mil millones. El pago de favores gracias a las cuales Sarkozy obtuvo vacaciones gratuitas, cortesía de Calderón, es la menor de las revelaciones que el ahora ex mandatario publica en relación con su colega mexicano. Interesante porque ofrece un atisbo, involuntario, de la manera en que la élite política y la económica intercambian favores. Calderón dispone de la casa de Hernández con la confianza de que en buena medida la riqueza inmensa del empresario procede del erario y, por consiguiente, en cierta forma también es su patrimonio.

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