Soyla Ortiz, a punto de casarse con 21 años, aprendió a tejer para tener sus propios ingresos y está feliz de que sus padres hayan decidido no venderla.
Marcos González Díaz, Enviado de BBC News Mundo a Metlatónoc, México
Inicialmente, Claudia* no había pedido dinero a cambio de su hija adolescente cuando esta decidió casarse. Pero al verla tan delgada y desmejorada poco después de la boda, pensó que “venderla” haría que el marido de la joven y su familia con quienes vive “la valoraran más”.
Aunque esta negociación suele hacerse antes de la boda y no después, Claudia habló entonces con los padres de su yerno y recibió de ellos 100.000 pesos mexicanos (unos US$6.000).
“Si la hubiéramos regalado, la habrían echado de la casa a la primera y le habrían dicho que no vale nada por no haber pagado por ella”, dice convencida esta madre que, con solo 35 años, ya tiene cinco hijos y cinco hijas.
Con el mayor de los varones vivió esta práctica a la inversa. Cuando él se casó, tuvieron que pagar a los padres de la novia 180.000 pesos (casi US$11.000). “Si no, la familia de ella lo habría discriminado y preguntado por qué no pagaba, si es que era pobre… Así es la costumbre aquí”, cuenta.
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