miércoles, 24 de abril de 2024

NO SUBESTIMEMOS AL ESTADO-NACIÓN

Por Andrés Velasco - El Economista

La pandemia del Covid-19 demostró que cuando un Estado funciona bien puede salvar cientos de miles de vidas en un solo evento. Y cuando fracasa, como Haití le recuerda al mundo una vez más estos días, las consecuencias suelen ser nefastas.

LONDRES. El 12 de enero de 2010, Haití sufrió un terremoto de magnitud 7.0 en la escala de Richter. Según se estima, resultó entre 100,000 y 316,000 muertes. Apenas un mes y medio después, Chile fue sacudido por un terremoto de magnitud 8.8, que apenas dejó 500 fatalidades, 150 de ellas producidas por el tsunami que siguió al terremoto. Mientras que amplios sectores de las ciudades principales de Haití se convirtieron en escombros, incluso el Palacio Nacional en Port-au-Prince –residencia oficial del presidente–, en Chile fueron muy pocos los edificios de varios pisos que se derrumbaron, ocasionando la muerte de sus ocupantes.

¿Por qué tamaña diferencia? A diferencia de Haití, Chile contaba con estrictos reglamentos de construcción (adoptados después de otro gran terremoto en 1960) y de una cultura, gestada a través de generaciones, de inspectores de construcción que no permiten infracciones a las normas y, lo que es más importante, rechazan toda coima. Cuando el Estado funciona, puede salvar cientos de miles de vidas en un solo evento. Y cuando fracasa, como nos lo recuerda Haití otra vez por estos días, las consecuencias son calamitosas.

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