domingo, 24 de diciembre de 2023

EL CRIMEN ORGANIZADO PONE PRECIO A LA AGRICULTURA MEXICANA

  • El campo está perdiendo millones de hectáreas de cultivo por el abandono de tierras. La violencia y las extorsiones se suman a los estragos del cambio climático y la falta de ayudas agropecuarias

La agricultora Zenaida Correa en Chapa de Mota (Estado de México), el 20 de noviembre. GLADYS SERRANO

Carmen Morán Breña - México - El País

El 8 de diciembre, la enésima matanza en tierras mexicanas dejó 14 cadáveres en el pueblo de Texcaltitlán, a 125 kilómetros de la capital, en un enfrentamiento entre agricultores y sicarios. Del espanto grabado en video emergía el oscuro problema que atraviesa la actividad agropecuaria en toda su cadena de producción debido a las extorsiones de los carteles. Ya no es solo la sangre de amapola la que riega los campos de cultivo. El maíz y el coco, el sorgo, los aguacates, el limón, el mango y la flor de Jamaica, el mundo rural entero sucumbe ante los cobros mafiosos por el uso del suelo, la producción, 

las cosechas y las ventas. El crimen organizado ha puesto precio a la tierra y al cielo, el hábitat inclemente en el que se desenvuelven los campesinos. A las consecuencias insoslayables del cambio climático, la falta de ayudas gubernamentales y el envejecimiento de la población labriega se suma en México esta violenta circunstancia que ha dejado en el abandono en los últimos tres años cuatro millones de hectáreas de sembrado, según los datos de la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas, UNTA. Los jóvenes migran. Con el lenguaje poético propio de quienes se crían en la naturaleza, lo expresa mejor la ejidataria Zenaida Correa Juárez. “Ya la gente no crece en el sueño guajiro”.

La superficie rural de México cuenta 191,7 millones de hectáreas, de las cuales están sembradas 21,6 millones. Algo más de una cuarta parte es de riego y el resto de temporal, es decir, a merced de la meteorología, que este año no ha sido generosa en agua. Ese mensaje era el que llevaban los agricultores de Texcaltitlán a los miembros de la Familia Michoacana, el cartel criminal que el 8 de diciembre llegaba a pedirles el cobro del piso (extorsión) a razón de un peso por metro cuadrado: que no podían hacer frente a esos pagos que les esquilman las ganancias. Además del ruego portaban machetes, armas y palos y se desencadenó la balacera. Esta vez el narco puso la mayoría de las víctimas, hartos los agricultores de las extorsiones seculares que les sumen en la pobreza. Si un tiempo lejano fueron los caciques colonialistas, ahora es el crimen organizado quien se quiere quedar con el fruto de la tierra sin haberla trabajado.

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