Carlos Ramírez - El Independiente
Con el elogio desmedido del grupo que ha controlado al IFE-INE desde 1990, el proceso político de México se ha querido vender como una transición de México a la democracia, a partir de la caracterización del régimen del PRI 1929-1977 como autoritario, pero sin reconocer la legitimidad democrática que se basó en la ausencia de una oposición activa.
En una conferencia de julio de 2007 en Hidalgo, titulada “El cambio político en México” (cursivas en el original), José Woldenberg dibujó en un párrafo el escenario político de México como el de la democracia en el país de las maravillas: “un régimen pluripartidista y competitivo, presidencialismo acotado, poderes independientes entre sí, autonomía creciente de las diferentes niveles y también de los grupos sociales y sus organizaciones, elecciones altamente competitivas, leyes electorales no restrictivas y sobre todo la decisión de quien gobierna está en manos de los ciudadanos”.

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