- El BCE lo admite: "Lo que comenzó siendo un 'shock' de oferta ahora es de demanda"
- La inflación se ha filtrado desde los bienes hacia los servicios, mucho más 'pegajosos'
- El BCE tendrá que hacer más para combatir a la mutación del monstruo
Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE). Imagen de archivo. Fotografía de Valeria Mongelli (Bloomberg).
Raquel Enríquez - Vicente Nieves - Madrid - elEconomista.es
El monstruo de la inflación irrumpió en la zona euro a mediados de 2021. Como toda bestia, su aparición atemorizó a las familias y empresas. Sin embargo, el Banco Central Europeo (BCE) no parecía tan asustado porque la inflación que acechaba a la eurozona solo estaba de paso. A los europeos nos había tocado el ogro con la 'cara bonita' (no como a Estados Unidos), la inflación impulsada por la energía y otros factores de oferta temporales que se corregirían con rapidez. No obstante, la amenaza ha ido transformándose poco a poco y lo que en principio era una visita rápida, comenzó a convertirse en una visita pesada. Ahora, el monstruo amenaza con completar su mutación y convertirse en una inflación de demanda, la más 'pegajosa' y resistente de todas.
Incluso antes de la guerra en Ucrania, las presiones inflacionarias ya habían comenzado a aumentar con intensidad. Tras la caída de precios dominante durante la pandemia de covid en 2020, la inflación volvió a la vida a mediados de 2021 gracias a los estímulos de la banca central y de los gobiernos (Ertes, ayudas, créditos blandos...). El explosivo cóctel de estímulos, junto con una oferta productiva 'congelada' tras el parón del covid, desembocó en el rápido auge de los precios, provocado por factores tanto del lado de la demanda (estimulada por los vastos planes fiscales de los gobiernos) como de la oferta (subida del petróleo o el gas), según el último informe publicado por la OCDE sobre el estado de la economía global.

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