- Hay que confiar en que esa mayor autonomía financiera de los promotores no justifique la vuelta a las andadas del sector inmobiliario
La principal razón de que la crisis de 2007 revistiera una especial gravedad en la economía española fue la intensidad que en esta representaba la construcción residencial y la actividad de promoción inmobiliaria. La importancia en la determinación del PIB de la construcción residencial venía a ser muy superior al promedio europeo, pero también a lo que llegó a representar en la anterior crisis inmobiliaria española, la de los primeros años noventa del siglo pasado. No habíamos escarmentado. Entre 2000 y 2007, coincidiendo con nuestra presencia en la Unión Monetaria, las favorables condiciones de financiación, y una fiscalidad estimuladora de la vivienda en propiedad contribuyeron a renovar la avidez por la inversión en vivienda de los españoles. En 2007 representaba el 12% el PIB español, más de cinco puntos porcentuales de lo que significaba en la eurozona. España era uno de los países del mundo con el mayor parque de vivienda en propiedad. Conocido es el tópico que hacíamos más viviendas en un año que Alemania, Francia e Italia juntas. Los precios se duplicaron en esos ocho años.
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