- La desconfianza sobre la seguridad de los inmuebles dañados pesa sobre miles de personas que continúan trabajando en los mismos edificios
Ricardo es médico residente en un hospital con dos plantas clausuradas, grietas en el suelo y paredes resquebrajadas. El estacionamiento de la oficina de Ana está completamente cuarteado y sus compañeros han llegado a ir a trabajar con casco. En el estudio de Gaby los muros están desvencijados y ella cree que con el simple paso de un camión pueden venirse abajo. Mientras que el club deportivo de Fernando, ahora agrietado, volvió a funcionar 17 horas después del terremoto, como si nada hubiera pasado. Así cumplieron con su lema: abierto los 365 días del año.
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