La nueva Comisión tendrá que impulsar de manera decidida el crecimiento económico y el empleo, replantear la proyección exterior de la UE, avanzar hacia una unión energética y trazar una política migratoria común
Javier Solana / El País
Las elecciones han mostrado la frustración, el descontento y
la desconfianza ciudadana. Las nuevas instituciones comunitarias se enfrentan a
una legislatura crucial marcada por la salida de la crisis, los retos globales
y una creciente desafección hacia la Unión Europea. Hay que sacar lecciones
profundas, incluyendo el innegable impacto que tendrá el auge euroescéptico en
las políticas nacionales. La UE debe escuchar, renovarse y actuar en
consecuencia para no dejar a buena parte de la ciudadanía atrás. Para ello se
necesita un gran programa de prioridades estratégicas.
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