Bajo cualquier punto de vista normal, desde que empezó la
crisis financiera, la política económica ha sido un fracaso lamentable. Es
cierto que hemos evitado una repetición completa de la Gran Depresión, pero el
empleo ha tardado más de seis años en volver a duras penas a los niveles
anteriores a la crisis, años en los que tendríamos que haber estado añadiendo
millones de puestos de trabajo simplemente para mantenernos al ritmo del
crecimiento de la población. El paro de larga duración sigue siendo casi tres
veces superior al de 2007. Los jóvenes, a menudo agobiados por las deudas para
pagar la universidad, se enfrentan a un futuro sumamente incierto.
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