Alejandro Nadal / La Jornada
El capital se presenta
como fuerza de progreso en el terreno material y político. Y hasta en el
ámbito religioso, el capital se ostenta como factor cercano a una
visión secular de la sociedad. Pero cuando lo encuentra conveniente se
apoya en las fuerzas más reaccionarias y retrógradas, incluso en el
fanatismo religioso. En su momento todo puede serle útil, desde el
fascismo hasta el sistema de castas. Pero cuidado, a algunos aliados no
les gusta que los traten de domesticar.
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