Argentina progresa, pero está en crisis y Brasil vive en calma, pero no progresa
Julio María Sanguinetti / El País
Argentina ha sido siempre un motivo de perplejidad. Desde
lejos cuesta entender cómo este país rumboso de hace un siglo ha logrado
retroceder tanto, de crisis en crisis. Muchos se preguntan sobre este
retroceso, pero paradójicamente hoy aparecen quienes no entienden cómo no se
derrumba del todo, cuando sufre los avatares de una economía artificial,
arbitraria, llena de subsidios cruzados y precios administrados, que se asienta
encima de grandes reservas energéticas inexplotadas por falta de inversión, al
mismo tiempo que importa 10.000 millones de dólares de gas y petróleo. Lo que
ocurre es que la baja institucionalidad genera esos desajustes, pero —a la
inversa— el brío de su sociedad impide que se derrumbe como le hubiera pasado a
cualquier país común.
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