Raymundo Riva Palacio / Eje Central
Si la soberbia es mala consejera en la vida, en la política es tóxica.
Elba Esther Gordillo, que durante una década cobró favores políticos a
presidentes panistas a cambio de posiciones en el gobierno, es el mejor
ejemplo de esta debilidad, que paga hoy con cárcel. Su hija, la senadora Mónica Arriola,
está incurriendo en un pecado similar, y amagando que si no se
soluciona el caso de la maestra, puede empezar a difundir videos que
grabó su madre de personajes públicos, cuando platicaban o negociaban en
su casa.
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