Luis Rubio / el Siglo de Torreón
No es casualidad que en México predominen los
monopolios o, más apropiadamente, las prácticas monopólicas. Todo en
nuestro sistema, y en las prácticas que de ahí se derivan, conduce a
formas de actuación y respuesta que van contra la competencia, la
reducción de costos o la atención al consumidor. El abuso que los
ciudadanos perciben por parte de proveedores de servicios, igual
gubernamentales que privados, es producto de una realidad institucional
que privilegia, y que por lo tanto hace inevitable, ese comportamiento.
Las reformas que están en ciernes no atienden esa realidad.
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