León Bendesky - Periódico La Jornada
El 22 de marzo pasado el Banco de México decretó una rebaja de la tasa de interés objetivo a 11 por ciento. Ésta creció de manera permanente desde mediados de 2021, de un nivel de 4 por ciento hasta 11.25 en marzo de 2023, en el que permaneció hasta el reciente ajuste. El tipo de cambio del peso contra el dólar estadunidense era de 21.96 a finales de noviembre de 2021 y ha caído hasta 16.56 el 29 de marzo de este año; se ha apreciado. Estos movimientos están estrechamente relacionados y son significativos en términos financieros y productivos, pues fuerzan acomodos entre los consumidores, las empresas, los bancos y el gobierno. Son igualmente relevantes en cuanto a su repercusión social por lo que tiene que ver con la dinámica del endeudamiento y la distribución del ingreso.
La relación entre estos dos precios clave, la tasa de interés y el tipo de cambio, involucra a la deuda del gobierno federal. Colocar deuda a tasas tan elevadas como las que se han registrado en los últimos años ha sido un costo relevante para el presupuesto. Los rendimientos que se obtienen han atraído al capital extranjero y esto ha propiciado la apreciación del peso. También la deuda de las familias para financiar el gasto de consumo y el de las empresas para mantener sus actividades ha crecido a pesar de los altos intereses. Los acreedores del gobierno, sean nacionales o extranjeros, se han beneficiado de modo relevante durante este periodo obteniendo rendimientos reales por encima de la inflación. Los bancos han elevado significativamente sus utilidades, pues entretanto ha aumentado la cartera de crédito, notablemente la asociada con las tarjetas de crédito, que financian buena parte del gasto de consumo, el cual ha sido un elemento destacable de la expansión de la economía.
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