Héctor Alejandro Quintanar* - Periódico La Jornada
A lo largo de su vida, sólo su hermana y su perro han separado a Javier Milei de la soledad, señala Juan Luis González, biógrafo del candidato presidencial argentino que hoy, entre las muchas amenazas que profesa (dinamitar el Banco Central; preconizar la venta de órganos; combatir los derechos reproductivos), expone la más peligrosa: lucir competitivo en las encuestas ante la segunda fase de la contienda electoral en Argentina.
El dato biográfico no es menor, sino que, en el exhaustivo trabajo de González –el libro El loco, publicado este año–, parece ser la clave para entender a Milei: un hombre sin habilidades sociales, propenso a brotes de furia, carente de vínculos afectivos, cuya más prolongada relación ha sido con su perro Conan (con quien se sigue comunicando a través de una médium interespecies, pues murió en 2017), criatura que, según Milei, junto con Dios, le encomendaron irrumpir en la política. Hoy, sin sarcasmo, el candidato presidencial tiene de estrategas de economía, análisis político y prospectiva, nada menos que a los clones de su fallecida mascota (a estas alturas, Calígula nombrando cónsul a su caballo provoca menos resquemor).
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