- Si queremos cuantificar el proceso de relocalización, que a ojo de buen cubero parece tener lugar en muchas partes de México, necesitamos otro tipo de datos, apunta Sergio Silva Castañeda.
Expansión
(Expansión) - Hace unas semanas la Secretaría de Economía (SE) dio a conocer el dato preliminar de Inversión Extranjera Directa (IED) para el año 2022. En comparación con 2021, la dependencia reportó un incremento del 12% en la captación de IED, de acuerdo con los datos comparables de hace un año. A partir de ese anuncio han circulado en redes y en algunos medios argumentaciones en sentidos divergentes sobre la relación entre este importante incremento y el proceso de relocalización (conocido también como nearshoring).
Hay quienes deducen que el dato es una confirmación de que México se está beneficiando de la reconfiguración de cadenas globales, pero también hay otros que consideran que esta cifra demuestra que en realidad México no ha sacado ventaja de dicho proceso. En ambos casos se incurre en un problema de mala interpretación: la forma como este dato se configura hace imposible que sea útil para realizar inferencias en ninguno de los dos sentidos.

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