Alfredo Jalife- Rahme / La Jornada
No todas las privatizaciones
de hidrocarburos en general ni en particular, sean domésticas o
foráneas, suelen ser exitosas. Unas fueron calamitosas, como la otrora
omnipotente gasera texana Enron, vinculada a los intereses del nepotismo
bushiano, pese a la apertura
competitiva (sic)del sector donde, al contrario del dogma teológico neoliberal, todos los gaseros oligopólicos se coludieron contra los estadunidenses para elevar los precios.
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