Raymundo Riva Palacio / Eje Central
La toma del poder en varios municipios michoacanos por grupos de autodefensa civil, es el equivalente político y jurídico a un golpe de Estado en
un microsistema de gobierno. No hay alcaldes que administren
presupuestos, ni den servicios a la comunidad o tomen las decisiones que
les competen. Hoy, paramilitares hacen
esas funciones en al menos seis municipios cuyo instrumento inhibidor
son fusiles de asalto. Pero con todo lo que significa esta afrenta a las
instituciones, no es lo más grave que sucede en Michoacán. No porque no
lo sea, sino porque solucionar la inestabilidad sin restablecer la gobernabilidad, es ir a un callejón sin salida.
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