El Estado de
bienestar se fraguó a finales del siglo XIX en Alemania como la consecución más
importante de la socialdemocracia europea y paulatinamente se fueron uniendo a
ella todos los países. La ayuda a los grupos más desfavorecidos, junto con la
igualdad de oportunidades, llegó a conseguir una sociedad mucho más justa y más
equilibrada sobre la base de los tres pilares en los que se sustenta: educación
pública gratuita, sanidad pública y un sistema de pensiones sostenido por la
solidaridad entre las generaciones.
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