El sistema sanitario público español empieza a acusar los
efectos de los recortes y de unas reformas (copagos, privatizaciones) que se
han emprendido sin las suficientes explicaciones y en contra de gran parte de
los usuarios y los profesionales. El barómetro sanitario de 2012 que el
Ministerio de Sanidad hizo público casi de tapadillo el miércoles de esta
semana acusa ese desgaste: por primera vez la satisfacción general con el
sistema cae, y ya van dos años en que desciende el número de quienes piensan
que la sanidad funciona bien a secas o bien pero con necesidades de mejora. Es
verdad que los descensos son pequeños, pero lo que debe importar es el cambio
de tendencia.
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