Simón Vargas Aguilar* / La Jornada
Imagine que usted es el presidente ejecutivo de una exitosa empresa transnacional. Lleva meses trabajando en un nuevo producto que será lanzado al mercado en tres días, pero para su sorpresa, al día siguiente, su principal competidor se anticipa y presenta ese producto en el que usted y su equipo tanto trabajaron. Las acciones de su empresa en la bolsa caen en picada, al igual que sus ventas y la confianza de sus inversionistas. Usted nunca lo sospechó, pero sus llamadas fueron intervenidas, su cuenta de correo fue hackeada, sus reuniones fueron grabadas, e inclusive, la basura de su oficina fue revisada, es decir, la competencia, por medio del espionaje, robó su proyecto.
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