Es verdad que no hay mal que cien años dure: algún día las economías
hoy en recesión la superarán. Pero la recuperación de los daños que esta crisis
está originando exigirá una temporada larga. La elevada mortalidad empresarial,
la ausencia de inversión, el prolongado desempleo de los jóvenes, la reducción
de los presupuestos de educación o de fortalecimiento del capital tecnológico y
el debilitamiento de las instituciones ya han erosionado el potencial de
crecimiento de muchas economías. Cuanto más tarde en llegar la recuperación de
la demanda, mayores serán las dificultades para asentar el crecimiento futuro.
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