Los economistas reiteran hasta la
saciedad que la imposición merkeliana de austeridad es un error, pero siguen
sin entender que se trata de una truculenta estrategia del Gobierno y la banca
alemana para desvalijar al sur de Europa con el fin de tapar el enorme agujero
financiero alemán. Este expolio es posible debido a una desregulación jurídica
que desde 2000 ha desplazado el capitalismo productivo por un “mercado casino”
sin supervisión administrativa, en el que ha quedado suprimido el delito de
información privilegiada y que funciona mediante apuestas en las que no hay que
identificarse. Esta bolsa privada y sin transparencia, localizada en Nueva York
y Londres, está en manos de un cartel compuesto por seis megabancos
norteamericanos y seis europeos, todos quebrados y rescatados por sus
Gobiernos, es decir, por los contribuyentes.
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