domingo, 24 de mayo de 2020

LA DEFENSA DE LA OFENSA

Rolando Cordera Campos - Periódico La Jornada
Las tormentas fiscales son como huracanes. Recogen y mezclan de manera explosiva añejos y enraizados intereses, en cuyo ojo aparecen siempre la propiedad y su usufructo. No sólo se trata de un asunto de porcentajes o de nuevos impuestos, sino de la definición clara del interés público; más cuando se interpreta desde un discurso de justicia social que busca configurarse como proclama transformadora. En esta perspectiva, el tema de la riqueza no puede eludirse.
Ninguna ley obliga a gravar la riqueza, noción siempre esquiva, pero tampoco hay mandato divino que impida tocarla y volverla objeto de la política económica y social y por ende de la política fiscal, de los impuestos y los gastos. Negarse a abordar esta cuestión es cerrar los ojos a lo que ocurre, se intenta y estudia en el mundo, donde la desigualdad desbordada ha llevado a muchos a formular un reclamo de justicia social que hace mucho no se oía. El litigio puede posponerse, pero no su análisis y estudio, mucho menos el interés y la curiosidad intelectual y política por conocer su perfil, cuantía, naturaleza y veleidades.

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