- Las pasarelas de funcionarios dejaron en evidencia que, más allá de los llamados a la solidaridad, no había ninguna estrategia
Arturo Rodriguez y Pedro Matías
JUCHITÁN, OAX. (Apro).– La ciudad es un inmenso campamento entre los escombros.
Desde la noche del jueves 7, en las nueve secciones —como llaman los lugareños a las colonias antiguas—, cada manzana se convirtió en un campamento improvisado donde todos se cuidan, vigilan sus pertenencias y a sus animales.
Hoy, un tercio del caserío del municipio de 98 mil habitantes es inhabitable. Los afectados pasan las horas en el patio de lo que fue su vivienda; otros deambulan entre el cascajo, inmersos en el polvo que se adhiere a su piel e inunda sus pulmones. Muchos acuden a los centros de salud —unas precarias carpas—, tan dañados como ellos.
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