Samuel García / 24 Horas
Recuerdo que hace 11 o 12 años en alguna de las varias conversaciones
que tuve con Pedro Aspe en sus oficinas al sur de la Ciudad de México,
me decía que para él ya era difícil competir con el gobierno para
retener a los jóvenes economistas que eran tentados a irse a trabajar al
sector público con sueldos y prestaciones muy superiores a las que su
empresa podía ofrecer.
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