Miguel Badillo /
Contralínea
En
México, el concepto de grandes contribuyentes es sinónimo de privilegios,
discrecionalidad e impunidad. Corporativos supuestamente responsables con la
sociedad evaden impuestos por miles de millones de pesos. A través de sus
fundaciones, se les permite la deducción indiscriminada; año con año, el
Servicio de Administración Tributaria (SAT) les condona cantidades
multimillonarias, les permite consolidar supuestas pérdidas con las ganancias
y, peor aún, les devuelve la mayor parte de sus aportaciones al fisco.
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