Alejandro Nadal / La Jornada
En los últimos meses se
ha instalado una sensación peculiar sobre la crisis en Europa. A pesar
de los terribles niveles de desempleo, del desplome en la demanda
agregada y de tasas de crecimiento anémicas en los países de la
eurozona, ahora predomina la impresión de que ha entrado en una fase de
recuperación. Tal parecería que el neoliberalismo merece salvarse: sus
recetas frente a la crisis han tenido buen resultado.
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