Kennet Rogoff / El País
Los principales bancos centrales del mundo siguen expresando su
preocupación por las repercusiones inflacionarias que puede generar su
lucha contra la recesión. Es un error. Comparado con los riesgos
políticos, sociales y económicos que conlleva la persistencia del lento
crecimiento económico tras una crisis financiera de las que ocurren solo
una vez cada cien años, un arranque sostenido de inflación moderada no
es algo por lo que preocuparse. Por el contrario, en la mayor parte del
mundo, debiera ser bienvenido.
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