Luis Rubio / El Siglo De Torreón
Cuando Alexander Pope, el gran poeta inglés del siglo XVIII, se
encontraba en su lecho de muerte, su médico le aseguró que su
respiración, pulso y otros signos vitales mejoraban. "Aquí estoy", Pope
le comentó a un amigo, "muriendo de cien buenos síntomas". El gobierno
corre un riesgo similar. Cuando un país es chico y se encuentra cerca de
uno grande y poderoso, no tiene más alternativa que ajustarse cuando
aquel le cambia la jugada. El gobierno mexicano no puede darse el lujo
de ignorar lo que pasa en el norte. El tema migratorio ya está en la
mesa y el gobierno puede ayudar o estorbar pero no se puede quedar con
los brazos cruzados.
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