León Bendesky / La Jornada
Luego de la crisis
económica de 1929-33 y de la Segunda Guerra Mundial se discutía
abiertamente acerca de las condiciones necesarias para consolidar una
economía en la que no hubiera un paro forzoso. Es decir, cómo provocar
medidas de política pública que llevaran a un nivel elevado de
ocupación, creación de ingreso y gasto de consumo e inversión. Ese era
el centro del debate.
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