Sandro Pozzi / Amanda Mars / El País
Si el objetivo era
relajar la tensión, el efecto fue justo el opuesto. La falta de claridad sobre
lo que van a hacer las grandes potencias industrializadas (G-7) para evitar el estallido de una guerra de divisas alimentó aún más la confusión y con
ella la tensión en los mercados. La patata caliente pasa así a la reunión que
tendrán a final de esta semana en Moscú con los países emergentes (G-20).
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