- Salvo los conversos y los militantes, la mayoría de la gente, particularmente los indecisos y no comprometidos políticamente, prefiere no votar por un perdedor
Jorge Zepeda Patterson - El País
En las últimas semanas, algo comenzó a hacer bien Xóchitl Gálvez, la candidata de la alianza opositora. Moderó los excesos de sus respuestas espontáneas y ocurrentes que, si bien otorgaban frescura a sus intervenciones, proyectaban ya una imagen de superficialidad. La carcajada como respuesta para toda ocasión había agotado su utilidad; su predictibilidad hacía pensar que se trataba de un subterfugio para la incapacidad de articular otra cosa; tampoco la favorecía una risa nerviosa que sonaba irresponsable cuando se trataba de temas importantes o trascendentes. Por fortuna para su causa, la candidata está haciendo la tarea de estudiar los temas, o las fichas que le preparan, y muestra en los últimos días una intención para debatir con ideas y argumentos, y no solo con chascarrillos, algo que en ocasiones podía ser ingenioso y en otras no tanto.
Otro cambio, también favorable, es haberse podido separar, al menos por unos días, de los dirigentes del PRI, el PAN y el PRD. Quizá por tratarse de una gira en el extranjero que la ha llevado por Estados Unidos y por España. Pero, sin duda, beneficia a su causa una cobertura mediática que no le recuerde al votante el vínculo con personajes tan desacreditados. Fotografiar sin ellos durante unos días ha resultado un acierto. Habrá que ver si los estrategas de su campaña, y en última instancia Claudio X González, logra mantenerlos fuera de los templetes.

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