- El IPC de enero retrasa de mayo a junio la previsión del primer recorte
- Aunque más lenta de lo deseado, la senda de desinflación debería seguir
- Esto puede hacer que el BCE se adelante a la Fed con las bajadas de tipos
Foto: iStock
Mario Becedas - elEconomista.es
La fortaleza que siguen mostrando los datos macroeconómicos de EEUU (con especial énfasis los de empleo) y la lectura general de los últimos datos de inflación llevan a una misma conclusión: la Reserva Federal tardará más de lo que se quería/esperaba en empezar a recortar unos tipos de interés instalados en el 5,25%-5,5%. La economía resiste y los precios caen a un ritmo más gradual, con lo que el banco central tiene menos motivos para darse prisa pese a lo doloroso que pueda resultar entre empresas y ciudadanos unos costes de financiación tan elevados. Esto ha hecho que se termine de difuminar la soñada por algunos primera bajada de la Fed en marzo y que la de mayo corra peligro. Si el punto de inflexión llega, como mínimo, en junio, es bastante plausible que otros bancos centrales como el europeo (BCE) se adelanten con los recortes, algo que tiraría por tierra el mantra de que la Fed siempre marca el tono. Pero más allá de eso, la vida seguirá y los mercados no deberían asustarse, por mucho que se cabreen.
La pataleta del mercado se reflejó a la perfección este martes. El informe de la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) del Departamento de Trabajo publicó un informe de inflación de enero más correoso de lo esperado. La inflación general desaceleró tres décimas hasta el 3,1% interanual cuando se esperaba un 2,9%. Más preocupantemente, la inflación subyacente (sin alimentos ni energía) se quedó estancada en el 3,9% interanual. Pero lo que desató la rabieta fueron unas alarmantes lecturas mensuales: el IPC general subió un 0,3% y el subyacente aceleró un 0,4% tras dos meses en un ya caliente 0,3% que implicaría una tasa por encima del 4% si se anualizase.

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