Carlos Ramírez - El Independiente
FOTO X @M_EBRARDLas reglas políticas que tienen que ver con encumbramientos presidenciales son muy estrictas: los ganadores ascienden al paraíso y los perdedores se hunden en el limbo o se ahogan en las cavernas de la derrota.
Marcelo Ebrard Casaubón, sin duda un político forjado en mil batallas, tuvo ante sí la oportunidad de replantear su propuesta y de reinventarse a sí mismo y decidió entre dos extremos: el modelo Cuauhtémoc Cárdenas que rompió con el PRI y quemó sus naves y el modelo Manuel Camacho Solís que se quedó en las estructuras del régimen hasta que fue echado del paraíso priista.
Ebrard tenía la suficiente fuerza política personal como para emprender un nuevo camino, pero sus vacilaciones lo dejaron en el peor de los mundos posibles: el escenario de perder-perder. La fuerte personalidad de Ebrard no le garantiza permanencia en ningún grupo, porque en todos entraría en conflicto: Morena, Frente Amplio, Movimiento Ciudadano, Partido Verde y hasta el PT.

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