Joan Lanzagorta - El Economista
(Parte 1 de 2)
Una de las lecciones más importantes de finanzas personales, pero que me tomó mucho tiempo aprender, es la importancia de tener una parte de nuestro patrimonio líquido. Esto no necesariamente significa tener valores que se puedan liquidar fácilmente, sino reservas de efectivo que nos permitan aprovechar oportunidades.
Debo reconocer que antes era un poco obsesivo en tener todo mi dinero trabajando. Desde que empecé a trabajar, cada vez que recibía mi sueldo lo pasaba a un fondo de inversión de liquidez diaria, o una de las opciones de la caja de ahorro de mi empresa. Ganaba intereses atractivos y tenía disponibilidad el mismo día (siempre que me acordara de poner la orden de venta antes de la 1 de la tarde). Mantenía muy poco –casi nada– en mi cuenta bancaria.
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