- Los financieros mexicanos dejan atrás las críticas al hoy presidente en su etapa como candidato y cierran filas con tres objetivos comunes: inclusión financiera, formalidad del empleo y crecimiento
La retórica de la banca mexicana se adapta a los tiempos políticos. El año pasado —y en ejercicios anteriores—, desigualdad, informalidad, inclusión financiera, bienestar social o inversión pública eran términos prácticamente ausentes en el debate y en los corrillos de la convención bancaria, el gran cónclave que el sector financiero mexicano celebra anualmente en Acapulco. En el mejor de los casos, aparecían de refilón y siempre en clave de responsabilidad corporativa. Las constantes apelaciones a la prudencia en el manejo de la política económica al Gobierno de turno, en el control de la inflación —uno de los grandes ogros mexicanos, a pesar de que los precios llevan casi un cuarto de siglo bajo control— y, últimamente, las preocupaciones en torno a la inseguridad y la violencia copaban la agenda de los banqueros en estos dos días de asueto en la costa de Guerrero (suroeste), en los que los ejecutivos dejan a un lado el traje oscuro y la corbata y se pasan a la guayabera y a la camisa blanca.
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