- La UE acaba de cumplir 60 años. Pese a sus éxitos, el pesimismo ha echado raíces y el impulso proeuropeo parece estancado
Claudi Pérez - El País
Hay al menos tres cosas que sorprenden del distrito europeo de Bruselas, el barrio en el que se instalaron las instituciones comunitarias a pesar de que el clima miserable justificaría migraciones en masa hacia otras latitudes. Una de ellas es la algarabía babilónica, ese paisaje rico y diverso plagado de gentes con acentos y rasgos étnicos que van desde Helsinki hasta Cádiz, desde San Petersburgo hasta Mesina. La segunda es la perpetua inflación de grúas y obras, y la tentación de la metáfora que conlleva: Europa está en construcción, real y alegóricamente; ese trajín de excavadoras encaja con el estado de transición permanente del objeto político no identificado que es la UE.
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