domingo, 24 de diciembre de 2017

FUNCIÓN PÚBLICA Y POLÍTICA NO MEZCLAN BIEN

  • Las administraciones menos corruptas, efectivas e innovadoras son aquellas en las que las carreras de unos y otros están separada
Francisco Longo - El País
La crisis económica y la corrupción han extendido, en España y en muchos otros países, la preocupación por la conducta ética de los gobiernos y su capacidad para adoptar decisiones adecuadas y eficaces. Para una mayoría amplia de expertos, la existencia de una burocracia pública de alta calidad, regida por el principio de mérito, es una premisa necesaria para el buen gobierno. Investigaciones como las de los californianos Peter Evans y James Rauch, entre otras, han suministrado una evidencia empírica sólida de esa relación. Sin embargo, a la hora de desvelar aquello que hace buena a una burocracia pública, chocamos con un primer obstáculo. Entre los países que puntúan alto en los indicadores de buen gobierno del Banco Mundial, la OCDE, Transparencia Internacional y otros rankings internacionales, encontramos diferencias notables en su manera de entender y organizar la función pública.

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